Comer en familia a veces se siente como hacer malabares con fuego. El más chico solo quiere nuggets, la adolescente está en modo “cero carbohidratos”, alguien más es fanático de los refrescos y, mientras tanto, los adultos intentan sobrevivir sin tirar la toalla. En Altus Body Nutriólogos lo han visto todo. Y por eso su enfoque va directo al grano: hacer que todos coman mejor sin volverse locos en el intento. ¿Quieres saber más? ¡Aprende más aquí!

Nada de menús de revista que nadie entiende. Aquí cada recomendación se adapta a la casa y sus costumbres. Si en tu cocina hay licuadora y microondas, no te van a pedir que hornees quinoa con verduras coreanas. Si uno de los niños solo come cinco cosas, trabajan con eso sin frustrarte. Y si tienes que preparar lonches al amanecer, también lo consideran.

Lo mejor es que no te prohíben los clásicos. Los tacos, las hamburguesas caseras o el arroz con pollo siguen en el menú. Solo se ajustan ingredientes, porciones o métodos. Todo con trucos simples que no matan el sabor ni espantan a los más exigentes de la casa.

Los niños participan. Se les deja tocar, mezclar, elegir y hasta decorar. No es una clase de nutrición aburrida, sino más bien una forma de sembrar curiosidad y quitar el miedo a lo “verde”. Preguntan, prueban y de paso aprenden por qué el brócoli no es enemigo. Y cuando ven a mamá o papá probar algo nuevo con buena cara, pues claro que les da más confianza.

También hay soluciones para los días caóticos. Comidas rápidas pero decentes, snacks que no son pura azúcar y opciones que se pueden llevar a la escuela sin sufrir. Todo pensado para sobrevivir al tráfico, las prisas y el cansancio sin caer en el primer paquete de galletas a la vista.

Y si un día se rompe la rutina, no pasa nada. Aquí no hay drama si alguien comió doble porción de pastel o si el desayuno fue pura leche con cereal. Lo importante es retomar sin culpa ni castigo, porque el cambio viene de repetir lo posible, no de exigir lo imposible.

En Altus Body Nutriólogos entienden que cada familia es un universo distinto. Por eso su atención va mucho más allá del plato. Es una guía, una red de apoyo y un lugar donde comer bien se convierte en una experiencia compartida, con risas, errores, victorias y mucho aprendizaje real. Comer mejor en familia no tiene que ser misión imposible. Solo hace falta el enfoque correcto y un equipo que de verdad sepa escuchar.

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